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Detrás de cada tablero hay una historia. En esta sección te presentamos a las personas que dan vida al CD Escaque19: sus inicios, sus aficiones, sus partidas más memorables y lo que significa para ellos formar parte de este club. Porque el ajedrez une, y conocer a quienes comparten esta pasión nos acerca aún más como comunidad.
¿Cómo te iniciaste en el ajedrez?
Mis inicios en el ajedrez fueron a los 12 años, durante mi primer campamento del instituto. En esos campamentos pasábamos las noches sin dormir, jugando a juegos de mesa, y ahí me llamó mucho la atención aprender a jugar al ajedrez. Para quienes no lo sepan, soy de Paraguay y estudiaba en un instituto concertado y muy conservador, donde se fomentaban mucho las actividades enfocadas al crecimiento intelectual, como el ajedrez.
¿Cómo valoras la evolución del club en estos últimos años?
La verdad, estoy muy orgullosa y satisfecha con los logros que hemos alcanzado. Yo estoy prácticamente desde los inicios del club, siendo la primera chica en asociarme y federarme. Contemplar ahora al club lleno de niños en la escuela, y que ya nos reconocen por nuestros colores, es muy gratificante.
¿Cuál ha sido tu mejor recuerdo jugando un torneo?
No podría escoger uno solo, porque siempre he disfrutado mucho de los torneos que he jugado. Pero, si tengo que elegir, sería uno que no jugué, aunque lo sufrí como si estuviera en el tablero: la partida que nos valió el ascenso a primera contra el Al Paso. Llegamos muy ajustados, pero al final el resultado nos favoreció y lo celebramos como si hubiéramos ganado una Champions, por poner un ejemplo.
¿Qué aprendiste de tus primeras experiencias compitiendo?
Que en el ajedrez nunca se pierde: se aprende. Siempre escuché esta frase, pero no le encontré sentido hasta que empecé a competir. Perdía y me frustraba mucho, pero al analizar mis partidas iba identificando mis errores y comprendí que no perdía porque el ajedrez no fuera lo mío, sino porque necesitaba aprender más.
¿Qué te motivó a enseñar ajedrez a niños?
Muchas personas me dicen que tengo buena mano para tratar con los niños, pero lo que realmente me motivó a enseñar fue mi predisposición a ayudar y colaborar con el crecimiento del club y, sobre todo, con su continuidad. Los niños forman la cantera, y la cantera es el futuro de un club.
Cuando enseñas ajedrez, ¿usas herramientas digitales o materiales tradicionales?
Utilizo ambas cosas, porque veo la tecnología como una aliada. Debemos adaptar la enseñanza a los nuevos tiempos sin olvidar que, en nuestro deporte, lo aprendido se pone en práctica en el tablero y jugando con el compañero. La tecnología me ayuda a mejorar sobre el tablero, por eso no descarto ni lo uno ni lo otro. Captar la atención de los niños y mantenerlos entretenidos cuesta bastante, y para ellos ninguna herramienta sobra.
¿Cómo has vivido la diferencia numérica masculina en el mundo del ajedrez?
En un deporte donde la mayoría siempre ha sido masculina, a mí me motivó ver que, con el tiempo, cada vez hay más mujeres jugando al ajedrez. Aún queda mucho camino por recorrer, pero las mujeres pueden seguir creciendo en esta afición sin sentirse menos que los hombres. Todos tenemos nuestro lugar en cada deporte. No se puede pretender destacar de la noche a la mañana cuando antes solo los hombres jugaban al ajedrez; es un proceso cuyos frutos aparecen con el tiempo. Por eso nunca me he sentido intimidada al jugar contra un hombre. Al contrario, me hacía gracia ver la sorpresa en sus caras al ver que una mujer podía competir de igual a igual, independientemente del resultado, claro está.
¿Qué medidas crees que pueden ayudar a que más niñas y mujeres se acerquen al ajedrez?
Mostrar a jugadoras, entrenadoras y referentes del ajedrez femenino ayuda a que las niñas se identifiquen y sientan que el ajedrez también es su espacio.
Motivar a las familias a apoyar la participación de sus hijas y derribar estereotipos como que el ajedrez “es para varones”.
Aprovechar la tecnología para difundir torneos dirigidos a niñas y mujeres, donde puedan conocerse entre sí y darse cuenta de que no son pocas las que comparten el gusto y la pasión por el ajedrez.
¿Cómo fueron tus primeros pasos en el ajedrez?
Tenía unos juegos reunidos entre los que estaba el ajedrez, y le pedí a mi padre que me enseñase. Él fue quien me inició, y después, con los amigos en el instituto, conseguí quedar campeón de Gijón. Eso fue en 1970, y hasta ahora...
¿Hubo algún momento en particular en el que decidiste tomarte el ajedrez más en serio?
No, siempre fue una afición, sin exagerar; un espacio donde me lo paso bien, jugando y analizando, pero sin dejar de atender a la familia, el trabajo o los estudios.
Si tuvieras que elegir una, ¿cuál dirías que ha sido tu partida más memorable?
Sin duda, una jugada contra Anatoly Karpov (siendo campeón del mundo) en 1981: simultáneas en el Hotel de la Reconquista, en Oviedo, donde comenzamos 20 participantes. Al final, solo quedé yo, jugando mano a mano con Karpov, que se sentó para jugar y, después de 30 minutos, conseguí las tablas, firmándome el tablero donde habíamos jugado.
¿Hay alguna partida de la historia del ajedrez que recomendarías a todo el mundo ver/estudiar?
Sí. Una partida jugada entre Kasparov y Topalov (dos grandes maestros que fueron campeones mundiales) en 1999, en Hoogovens. Se la conoce como La Inmortal de Kasparov. Parece imposible cómo se puede imaginar alguien jugadas tan impresionantes.
¿Qué torneo o campeonato disfrutas más y esperas con ilusión cada año?
Sin ninguna duda, el Campeonato de Asturias por equipos. Para mí es especial. El hecho de viajar a otros clubes con tus compañeros y saludar al equipo contrario —donde también tienes amigos—, charlar, analizar y debatir, lo hace particularmente interesante.
¿Qué apertura has jugado más a lo largo de tu trayectoria?
Pues con piezas blancas: “la Escocesa” y con piezas negras: “Siciliana, variante Paulsen” - Las dos con muy buenos resultados.
Además del ajedrez, ¿Qué otras aficiones o intereses forman parte de tu vida?
Me gusta mucho andar en bicicleta; suelo salir de vacaciones con ella y realizar grandes rutas, conociendo pueblos de la denominada España vaciada: Camino de Santiago, etc. Otra gran afición es el cine: guardo en casa una colección de unas 4.000 películas y siempre estoy viendo algo.
Con tu experiencia, ¿qué cambios importantes has visto en nuestro club?
Sin duda la transformación en escuela para jóvenes, con gran implicación de todos los miembros, y con gran aceptación en la zona de ubicación del club.
Si pudieras darle un consejo a un joven que empieza a jugar hoy, ¿qué le dirías?
Que mire una, dos o tres partidas diarias de buenos jugadores y estudie los finales de peones que se producen: es la base para adquirir un buen conocimiento de ajedrez.
¿Cómo ves el mundo del ajedrez en la actualidad, con las nuevas tecnologías y la difusión global?.
Desde mis comienzos en 1970 hasta hoy, se ha avanzado mucho y las nuevas tecnologías nos acercan más los conocimientos. Pero no debemos dejar de analizar por nosotros mismos, aunque nos equivoquemos, pues de los errores, se aprende. Da gusto poder jugar desde casa, desde el móvil, con cualquier aficionado del mundo o seguir un gran torneo en directo: una pasada.
Para terminar, ¿nos compartes alguna anécdota graciosa o entrañable con el ajedrez o con el club?.
En 1977 jugué una partida en el Ateneo de Oviedo, contra Faustino González —que más tarde sería presidente de la Federación Asturiana de Ajedrez—, quien hizo una jugada en la que se dejaba la dama. En ese momento, en medio de una gran tormenta, se fue la luz, dejando la sala a oscuras y suspendiéndose las partidas. Entonces, mi contrario me dice: “No aproveches para comerme la dama”, a lo que le contesté: “No te preocupes, espero a que venga la luz” (como así fue 😀).
¿Cuándo y cómo comenzaste a jugar al ajedrez?
Todo comenzó cuando tenía 8 años. Un compañero de clase en el Laviada me dijo: “Oye Javi, ¿te quieres venir a las clases de ajedrez conmigo?” y yo le contesté: “Bueno, vale”. En aquel momento también jugaba al fútbol, pero no me gustaba tanto. Al poco tiempo lo dejé y me centré en el ajedrez. Gracias a los profesores que tuve en esa etapa, sigo jugando hasta el día de hoy.
¿Qué es lo que más te gusta del ajedrez?
Me encanta que sea un juego de estrategia, en el que la colocación de las piezas te obliga a diseñar planes para ganar. Además, influye mucho el núcleo de amistad que se forma: haces amigos para toda la vida.
¿Tienes alguna partida o torneo que recuerdes con especial cariño?
Recuerdo con cariño la primera vez que gané a mi profesor, cuando era niño. En cuanto a torneos, destacaría el torneo por equipos de 2025, donde conseguimos la permanencia en una situación difícil, enfrentándonos a rivales muy duros.
¿Cuál es tu apertura favorita?
El Sistema Londres.
¿Cómo describirías el ambiente del club en pocas palabras?
Es una atmósfera genial, donde se mezcla la veteranía con una juventud llena de energía que viene pisando fuerte. Ver cómo los niños van mejorando y ganando a los veteranos es una maravilla. Es un club muy familiar, donde impera la solidaridad. Todos nos ayudamos sin importar las características de cada uno.
¿Qué crees que aporta el club al barrio y a sus socios?
Ofrece un espacio para practicar un juego/deporte que a menudo queda opacado por los "deportes rey" como el fútbol o el baloncesto. Es un lugar donde jugar en persona, conocer gente con tus mismas aficiones y dar visibilidad a un barrio tranquilo y muchas veces desconocido.
¿Qué otras aficiones tienes además del ajedrez?
Bicicleta, caminar y fútbol.
¿Algún consejo para quienes están empezando en el ajedrez?
Que tengan paciencia. Roma no se hizo en un día. Vivimos en una sociedad de inmediatez, pero para aprender ajedrez y mejorar se necesitan años de estudio y experiencia. Hay que perder muchas partidas para aprender de los errores. Y, sobre todo, jugar siempre desde la humildad y dejarse aconsejar por los veteranos.